Muchas veces no vamos a bañar y nos damos cuenta cuando estamos allí en plena ducha o que el agua está muy fría o bien muy caliente. Y estos cambios bruscos en la temperatura que recibe nuestra piel, daña la dermis en demasía.

Hay dos temperaturas claves, por ejemplo en la época cuando hace calor lo mejor es tomarse un baño un tanto tibio, para aflojar tensiones refrescarnos y volver a la rutina de menara renovada. Eso sí no te bañes con el agua helada porque esto te generara un fuerte golpe de cambio de temperatura y te puede ocasionar algunas enfermedades.

Pero si estás en la época del año donde el frío azota entonces es la temporada que más cuidado deben tener con tu piel. Porque el grave error que cometemos es que como nos sentimos confortables bajo la ducha caliente, nos quedamos más de la cuenta y el exceso de agua, demasiado jabón y el agua muy caliente traen consecuencias que no vamos a querer afrontar.

Una de las cosas que ocasiona es que como sabemos toda la piel en invierno está más reseca y si encima te bañas con agua muy caliente se seca aún más. Al salir del baño te vas a encontrar con que principalmente en tus manos tienes como arrugadas las misas y si bien en el resto del cuerpo no se nota tanto, también lo está y eso es porque se ha perdido una capa especial que nuestro cuerpo genera para defenderse del frío y el viento.

Lo ideal es bañarte con agua que alcance los 30 grados de temperatura y que tu ducha no ese extienda por más de 20 minutos (cosa difícil en las mujeres pero recuerda que es por tu belleza natural). Utiliza jabones que tengan la capacidad de humectarte la piel y sólo pásate la esponja en los lugares más ríspidos como los codos y los pies. Una vez que saliste de la ducha usa una crema hidratante y verás que tu piel se sentirá agradecida por tus cuidados.