Piel sana a pesar del sol
0:25Los baños de sol son uno de los grandes placeres del verano, pero usar una protección adecuada es clave para poder disfrutarlos sin riesgos. Descubre cómo protegen la piel los filtros minerales.
La radiación solar es fuente de bienestar y alegría: contribuye a mejorar el estado de ánimo y favorece la producción natural de vitamina D. En contrapartida, puede ocasionar riesgos para la piel y la salud si no se realiza una fotoprotección adecuada. El bronceado no es otra cosa que el sistema de defensa que tiene la piel para preservarse de los efectos nocivos de los rayos solares. La melanina se activa bajo la acción de los rayos ultravioleta provocando esa hiperpigmentación que identificamos con el «ponerse moreno».
El cáncer de piel, el envejecimiento cutáneo prematuro y el progresivo aumento de la sensibilidad dérmica al sol están cambiando nuestros hábitos. Cada vez se es más consciente de la importancia de proteger la piel de las radiaciones solares pero también de sustancias químicas que puedan resultar dañinas. De ahí que la búsqueda de alternativas naturales en diferentes facetas de la vida afecte asimismo a la protección solar.
Filtros naturales
Los filtros químicos absorben los fotones de la radiación solar alterando su estructura molecular. Son los que lleva la mayoría de protectores solares del mercado y su uso es muy habitual, debido a que son transparentes, fáciles de aplicar y no manchan la ropa, aunque pueden absorberse a través de la piel. La alternativa natural son los filtros minerales y extractos vegetales. Estos aseguran una alta tolerancia dermatológica, ya que evitan las reacciones alérgicas que a veces provocan los filtros químicos, perfumes, conservantes, colorantes y emulgentes sintéticos.
Los filtros minerales se conocen también como «filtros físicos». Están compuestos por minerales que reflejan la radiación solar formando una barrera opaca y actuando como si fueran pequeños espejos. Su efecto es inmediato, por lo que no es necesario aplicarlos un rato antes de tomar el sol, y protegen frente a rayos UVA y UVB, aunque tienen la desventaja de que al aplicarlos suelen dejar una capa blanquecina sobre la piel. Los más habituales son el dióxido de titanio, el dióxido de magnesio, el óxido de cinc y el carbonato calcico. Otros filtros naturales provienen de sustancias vegetales o aceites de semillas que filtran parte de las radiaciones a la vez que aportan sustancias regenerantes y reestructurantes.
Disfrutar sin riesgos
Aplicar el producto uniformemente y en cantidad abundante, repetir la aplicación durante la exposición, tomar el sol de forma progresiva y evitar las horas de más sol (entre mediodía y cuatro de la tarde) son precauciones imprescindibles.
Hay que ser prudente en los espacios que reflejan los rayos solares, como la arena, el agua o la nieve y desconfiar de los días nublados, ya que los rayos ultravioleta atraviesan las nubes. Conviene usar gafas de sol homologadas y proteger el cuerpo y la cabeza con alguna prenda, sobre todo los niños y personas de piel muy clara.
Elegir bien la protección
•Lo ideal es elegir un filtro de amplio espectro, que proteja de los rayos tanto UVA como UVB, y un factor de protección adecuado en función de la tonalidad de piel, el lugar y la hora de exposición.
• Los niños son los más vulnerables, al tener la piel muy fina y el sistema de protección cutánea poco desarrollado. Al igual que las personas de piel y ojos claros, han de usar la protección más elevada, mientras que los de piel morena y ojos oscuros pueden elegir una inferior.
•Hasta ahora muchos productos solares protegían solo de los rayos UVB pero no de los UVA, o al menos no en proporción suficiente. Ahora una recomendación de la Unión Europea insta a ofrecer protección UVA además de UVB en una proporción mínima de uno a tres, y a indicarlo en la etiqueta con el sello «UVA» junto al grado de protección: bajo, medio, alto o muy alto. También destierra expresiones como «pantalla total» o «protección total», por considerarlas irreales: ningún producto protege al 100%.
• Para quienes deseen broncearse sin sol existen tierras cocidas y de fácil aplicación con un efecto bronceado muy natural.
• Tras la exposición solar es importante calmar e hidratar la piel. En el mundo vegetal existen numerosos aceites, ceras y esencias florales de efecto reparador, hidratante y antioxidante, como los aceites de aguacate o rosa mosqueta, ambos regeneradores, o la manteca de karité, que evita la deshidratación y mejora el cabello estropeado. Para después del sol también es ideal el gel de aloe vera.
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